| Descripción |
Caja escritorio de formato rectangular en marquetería de madera, hueso y carey. De base con zócalo a bisel, tapa plana articulada mediante bisagras y cerradura en el frente. En la tapa, decoración de cartucho rectangular, en relieve, con dos registros interiores de palmetas, volutas y roleos, enmarcado por molduras con grecas vegetales, y banda perimetral de cartuchos ovales inscrita en registros geométricos, a base de reengrueso de maderas finas, placas de carey, algunas de ellas taraceadas con hueso grabado describiendo motivos vegetales y máscaras masculinas de estilo manierista, placas y listas de hueso grabado y filetes de boj. En las paredes del costurero, banda similar a la descrita. Tanto la tapa como la base presentan bordes baquetonados, a modo de cordoncillo, con la alternancia de palosanto y hueso.
Presenta dos compartimentos internos separados por una tabica lateral en la parte izquierda del cuerpo y de la tapa. Dicho interior se encuentra reengruesado a base de maderas finas, describiendo motivos geométricos perfilados por filetes de boj: en el compartimento lateral, diseño romboidal, y en el compartimento de mayor tamaño, registro central con red de rombos y banda perimetral de cartuchos ovales, rectangulares y acorazonados.
Por su decoración (ajedrezados, red de rombos, etc.) y técnica (taracea o marquetería), este caja escritorio es de estilo mudéjar, combinando elementos manieristas como las grecas de volutas y las máscaras masculinas. Podría tratarse de una caja escritorio del siglo XIX realizada en estilo neomudéjar, tal vez de taller holandés.
Los objetos de escritorio alcanzan su máximo desarrollo en el siglo XIX, apreciados como elementos de prestigio y distinción social por la burguesía, la nueva clase emergente, dedicada a los negocios, al comercio y a la industria. La escribanía constituye el más completo recado de escribir, compuesto de una serie de piezas, a juego, cuya estética denota los diversos estilos artísticos de cada época. Puede ser portátil, formada por una caja para guardar los útiles precisos para la escritura, como en el caso que nos ocupa; o de mesa, más ornamental que la anterior, con tintero, portaplumas, salvadera y una bandeja o pie para albergarlas. Suele ser de bronce o peltre sobredorados, aunque hay ejemplares realizados en otros metales como el estaño o el cobre. También son frecuentes las de porcelana, concha, e incluso, laca negra.
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